La reducción de las emisiones contaminantes se plantea como uno de los principales retos para los fabricantes de automóviles en los próximos años. La Unión Europea ha puesto sobre la mesa recientemente sus objetivos para una «Movilidad limpia» y estos pasan por recortar la cantidad de CO2 que expulsan los nuevos vehículos y las furgonetas en un 30% entre 2021 y 2030. Se trata todavía de una propuesta, que habrá de debatirse y aprobarse, pero la industria está ya echando cuentas de lo que le va a costar.
En el año 2021 las emisiones de los nuevos vehículos no podrán exceder de 95 gramos de CO2 por kilómetro. Como referencia se puede tener en cuenta que en España, los coches emitieron en el año 2016 un promedio de 114,4 gramos por kilómetros y que este volumen representó un 0,8% menos que en el año anterior y estaba por debajo de la media de la Unión Europea, que era en ese ejercicio de 118,1 gramos. En virtud del tipo de coches que se han vendido en nuestro país durante el primer semestre del año, no parece que las emisiones se vayan a reducir en el presente 2017.
Hay un intenso debate en Europa sobre todas estas cuestiones. Está claro que el futuro es el coche eléctrico, pero también que este no está llegando al ritmo que se le esperaba. Entre enero y junio en España solo eran de este tipo un 1,2% de los coches matriculados. Todo apunta a que hay que poner otras condiciones -como la instalación de más «electrolineras»- para que este mercado despegue.
Mientras tanto, el cambio se va a imponer por la vía de la reducción de las emisiones contaminantes. Y a la industria le va a costar adaptarse. Según declaraba un dirigente del grupo Volkswagen tres años antes de que surgiese el escándalo en la marca, la reducción de un gramo de CO2 le costaba a la marca 100 millones de euros.
Es un sector clave para la lucha contra la contaminación en el planeta. Recientemente, un grupo de 15.000 científicos de 184 países han alertado de la tendencia dramática que sigue la Tierra y que el bienestar humano se verá amenazado de no corregir fenómenos como el cambio climático, la deforestación, la falta de acceso al agua dulce, la extinción de especies, el crecimiento de la población humana…
¿Cómo afecta todo esto a los talleres de reparación de vehículos?
Los talleres son sensibles a cualquier cambio en la tecnología de los coches, que siempre termina pasando por sus manos. El sector ya ha conocido muchos cambios en este sentido. Por ejemplo, a incorporación en los coches diésel del catalizador y el sistema EGR para eliminar las emisiones más nocivas (NOx) y partículas. Ya hay fabricantes, como Daimer y Volkswagen, que están introduciendo estos equipamientos en los modelos de gasolina.
El futuro es el coche eléctrico, conectado y autónomo. Sobre esto no hay discusión y se trata de un cambio importantísimo que afectará, y mucho, a los talleres. Arturo Pérez de Lucía, Director Gerente de AEDIVE (Asociación Empresarial para el Desarrollo e Impulso del Vehículo Eléctrico), habló de este aspecto en una entrevista concedida con motivo del IV Congreso Europeo del Vehículo Eléctrico celebrado en Madrid. Según señaló, «es cierto que el vehículo eléctrico dispone de muchísimas menos piezas que los de combustión y su paso por el taller se reduce dramáticamente, pero existen otras novedades más tecnológicas asociadas a los vehículos eléctricos que lo que obligarán es a que los talleres se especialicen y se adapten».
«Desde luego, si yo fuera un taller, no vería al vehículo eléctrico como un problema, sino como una oportunidad y me preocuparían más otras innovaciones como el vehículo autónomo que ya está aquí y se implantará a más velocidad de lo que pensamos, cuando las reparaciones en chapa y pintura por golpes son buena parte de los ingresos de un taller de automoción», señalaba el responsable empresarial (Enlace a la entrevista completa).